Lauradesdibujada
2 min readDec 31, 2021

Todos los días es 2 de enero

- ¿Quiere boñuelito? -decía estirándome la mano que apretaba la bolsa de papel engrasada.

- ¿Está caliente? -preguntaba a la par que sentía la necesidad de corregirlo. “Se dice buñuelo, abuelo”, pensaba en decirle, pero nunca lo hacía. Su pronunciación y su manera de articular las palabras era parte de su identidad. Eso y el diccionario de apodos y dichos que dejó como patrimonio familiar resonando por todas las paredes de la casa.

A veces, los “boñuelos” estaban calientes. Otras veces no. Yo siempre manoseaba su textura rugosa de queso frito antes de decidir si los comería o no. No hubo un desayuno de la eternidad de mi infancia que mi abuelo no me ofreciera buñuelos de la panadería de la esquina. Esa superficie color terracota y aceitosa también me recuerda a cuando acaricié su tez grasa, morena y lunareja, para darle un beso y repetirle una vez más que lo amaba.

Ese rostro y el pelo cano suavecito. Su voz diciendo “Tita”, su risa grave pero tan genuina. Sus historias. Siento su palma sobre mi cabeza y del tamaño de mi cabeza, todavía siento esa mano siempre más grande que la mía sosteniéndome cuando siento que me caigo.

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Written by Lauradesdibujada

Soy un cúmulo de historias mal contadas en rehabilitación. Antiguo blog: besosdesdibujados.blogspot.com

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