Soy esta, y también esta otra.
Qué raro es acostumbrarme a mi viejo cuerpo.
La piel que habité toda la vida.
El pellejo enrollado.
Las alas hechas de carne y no de plumas.
Las caderas que se salen del pupitre,
De la silla del tren.
Qué extraño es sobarme la barriga para calmar el cólico y no para sentir los huesos de mi pelvis.
Lo usual es que los juicios reboten en mis muslos gruesos, se claven en mi ombligo y escalen como una lombriz dirigida a destruirme la psique.
Me miro al espejo y es el parásito atravesado en medio de la mirada.
Soy la flaca. Soy la gorda.
Sé que no soy el gusano
que se arrastra por el asfalto, invisible,
rogando por que nadie lo pise.
Si me van a pisar todo el tiempo
que al menos mi cuerpo amortigüe
los pies de la superioridad moral.
@lauradesdibujada